pensamiento abstracto

pensamiento abstracto
leonardo

El nacimiento de las ciencias experimentales



Como podemos ver la Psicología es muy antigua, al menos como disciplina que reflexiona de manera racional sobre las incógnitas que pudo presentar la naturaleza humana. En este sentido se puede decir que tuvo su origen en la Filosofía y que es prácticamente tan antigua como ésta. Sin embargo la Psicología entendida como una ciencia que responda en alguna medida al modelo científico experimental moderno ha de ser considerada como una disciplina sumamente joven: no alcanza a tener dos siglos de antigüedad.


Más de veintitrés siglos después del nacimiento de la Filosofía una serie de pensadores e investigadores, tales como Copérnico, Galileo o Kepler, con sus descubrimientos y la aplicación de nuevos métodos de investigación dieron un vuelco radical a la manera de concebir el mundo y de explicar los fenómenos físicos. Fue la llamada Revolución Científica (S. XVII), durante la cual se produjo el nacimiento de las ciencias modernas, representadas especialmente por aquellas disciplinas, tales como la Astronomía y la Física, que comenzaron a aplicar un método propio, alejado de las especulaciones filosóficas y basadas en la experimentación y el cálculo matemático.


Tendrá que pasar mucho tiempo más hasta que las llamadas Ciencias Humanas se separen de la Filosofía e intenten desarrollar un método de investigación propio. De hecho, tal como veremos un poco más adelante, se suele establecer el nacimiento de la Psicología como ciencia experimental en el año 1879 cuando Wundt, científico alemán, fundó en Leipzig el primer laboratorio de psicología experimental.


Volviendo al siglo XVII, el filósofo francés René Descartes, considerado el padre de la filosofía moderna, deduce de manera racional la existencia del sujeto humano a partir de concebirlo como “sujeto pensante”. Los humanos no podemos dudar de nuestra propia existencia porque resulta evidente que estamos pensando (la duda también es un pensamiento), y si pensamos quiere decir que existimos (“cógito ergo sum”: pienso, luego existo). Descartes tuvo una concepción dualista de la naturaleza humana, de alguna forma heredera del dualismo platónico: los individuos humanos están compuestos por dos sustancias, una extensa, el cuerpo, determinada por las leyes causales del mundo físico, y otra sustancia pensante o espiritual que es la que conduce nuestras acciones y a la que podemos identificar como alma.


En Descartes se da una curiosa ambivalencia. El cuerpo, parte del individuo humano donde se realizan todos los comportamientos involuntarios (reflejos, conductas instintivas, procesos fisiológicos), puede ser estudiado y explicado de acuerdo a las exigencias de la ciencia moderna (observación, experimentación, determinación de regularidades o de leyes). En cambio, el alma, reducto íntimo de nuestra conciencia y de nuestras decisiones, no puede ser considerada objeto de conocimiento científico, aunque sí de reflexión filosófica. Aunque estemos en pleno auge de las nuevas ciencias experimentales, el alma continúa siendo para Descartes una entidad metafísica (una realidad sustancial que está más allá de los fenómenos que pueden ser captados empíricamente).


Quienes pondrán las bases para una concepción no metafísica de la psicología, y acortarán el camino hacia su reconocimiento como ciencia serán los filósofos empiristas ingleses, Locke (1632 – 1704) y Hume (1711 – 1776). Para estos pensadores el único conocimiento válido es aquel que procede de la experiencia sensible, y por tanto no es posible afirmar la existencia de una sustancia espiritual o alma, agente de nuestra actividad mental. Es a partir del empirismo que comienza a darse un cambio fundamental en la concepción que hasta entonces se tenía del objeto de estudio de la Psicología. La idea de “alma” queda relegada al campo de la especulación metafísica o religiosa, y comienza a ser sustituida por las ideas de “mente”, y más tarde de “psiquismo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario